Gravity y 12 Años de Esclavitud fueron las favoritas aunque en el camino
quedaron películas que, sólo por la estética, merecieron ser nominadas. Es el caso de la película: La Gran Estafa
Americana cuyo vestuario diseñado por, Michael Wilkinson, debería
escribirse con letras mayúsculas.
El creador australiano, artífice del guardarropa de 300 y El
hombre de Acero, plasma a la perfección la década de finales de los
70 y comienzos de los 80. El surgimiento
de una era donde la libertad y el aperturismo social fueron primordiales y donde modistos como Yves
Saint Laurent, Gucci o Christian Dior fueron sus máximos exponentes.
El pelo lacio de los 60 se tornó en afro acompañado de rizos bien
fijados con litros de laca. Los pantalones de “pata de elefante” y las plataformas fueron el máximo exponente de las
pistas de baile donde se escuchaban a grupos como KC and The Sunshine Band o
los Bee Gees.
El nacimiento de materiales como la lycra o el polyester sustituyeron el
algodón generando nuevas formas y estampados de diversos colores y formas. El lamé dorado se convirtió
en el tejido del glamour y la opulencia. Los abrigos largos y pesados
decayeron debido al incremento de la calefacción tanto en locales como en las casas, cuyo resultado se
visualizó en chaquetas cortas, escotes, terciopelo, impermeables y abrigos de
edredón rellenos de guata. Las telas
como el voile y el chifón crearon tejidos livianos y
semitransparentes. Las lentejuelas deslumbraban y el ganchillo ya no
era sinónimo de tapete donde apoyar los brazos en los sofás.
Las mangas de ángel y las chaquetas nehru seguían llevándose sucedáneos de los 60 y , el consumo de la ropa étnica como los estampados de estilo africano o de corte oriental, aumentaba por la influencia de la guerra de Vietnam. Por el contrario, a diferencia de los 60, los tejidos de origen animal como el leopardo o la serpiente cobraron protagonismo y se plasmaban en los cómodos jumpsuit.
Las faldas se volvieron maxi, midi y de todos los largos inimaginables. Las
botas estilo go-go combinaban con minifalda, los zapatos de tacón fino
se fueron estableciendo y los de estilo guillermina con hebilla se exponían en
los escaparates de las tiendas.
Los accesorios como los guantes, los
cinturones y los bolsos de cualquier tamaño
adquirían importancia además del aumento en el tamaño de las gafas gracias al uso de materiales orgánicos,
el policarbonato, como respuesta a una demanda de lentes ligeras y resistentes
a impactos.
Los vestidos blancos y los adornos metalizados
de gran tamaño resplandecían bajos los focos estroboscópicos de la noche.
Destellos de luz que acompañaron a Wilkinson en la alfombra roja. Fue complicado, compitió con grandes
profesionales como la triunfadora del vestuario de El Gran Gatsby,
Catherine Martin, quien ya ganó por Moulin Rouge en 2002 . Wilkinson no obtuvo la estatuilla, pero no
olvidemos que Óscar, el protagonista, no sorprendió a la hora de elegir su vestuario para la gran noche. Y, por
si no lo vieron, se decantó por un
tejido: el lamé y cuanto más
dorado, mejor.
TEXTO- Lourdes Delgado
IMAGES- web
EDICIÓN- Beatriz Vicente
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